· LA IMPRESIÓN GUARANÍTICA ·
La aparición de la imprenta en el Río de la Plata es un caso singular en la historia de la tipografía después del invento de Gútenberg. No fue importada: fue una creación original. Nació o renació en medio de selvas vírgenes, como una Minerva indígena armada de todas sus piezas, con tipos de su fabricación, manejados por indios salvajes recientemente reducidos a la vida civilizada, con nuevos signos fonéticos de su invención, hablando una lengua desconocida en el viejo mundo, y un misterio envuelve su principio y su fin.
Es hoy un hecho comprobado que en las Misiones jesuíticas del Alto Uruguay y del Alto Paraná se iniciaron al finalizar el siglo XVII los primeros trabajos para plantear la imprenta, y que en los primeros años del siglo XVIII se comenzó a imprimir allí, en una tosca prensa construida con maderas de sus selvas vírgenes, con caracteres fundidos en ellas y en planchas de cobre grabadas a buril por los indios neófitos, salvajes domesticados por los padres de la Compañía de Jesús. Así lo atestiguan varios libros, profusamene ilustrados algunos de ellos, que tenemos a la vista, y que han permanecido por largo tiempo como jeroglíficos mudos de la tipografía americana -cuando no totalmente desconocidos- para los bibliógrafos de ambos mundos. En 1705 terminó y dio a luz la imprenta guaranítica su primer libro.
Es un grueso volumen in folio, que revela una larga y laboriosa preparación. Compónese de 7 fojas preliminares sin registro, y de 472 páginas útiles bajo cinco foliaturas distintas, con 43 láminas sueltas del formato del libro y numerosas viñetas intercaladas en el texto, grabadas a buril en cobre al estilo de Alberto Dürer. Su descripción ha sido hecha por el señor M. R. Trelles en la Revista patriótica del pasado argentino, y por el señor J. T. Medina en su obra antes citada.
Por otra singularidad de la imprenta guaranítica, no se conoce de este curioso monumento, sino un solo y único ejemplar. Su existencia fue revelada por la primera vez al mundo bibliográfico por el señor Pedro de Angelis, en el "Apéndice" del Catálogo de su biblioteca, publicado en 1853 con el título de Colección de obras impresas y manuscritas que tratan del Río de la Plata. No le acompañó de ninguna anotación ni se indicaba la procedencia del ejemplar, que según informe verbal suyo había pertenecido a la librería de los jesuitas del Paraguay. Al presente existe en la biblioteca que fue del señor M. R. Trelles, quien lo había heredado de su hermano el señor Rafael Trelles, a cuyo poder pasó de manos del señor Angelis, por el precio de 700 pesos papel de la provincia de Buenos Aires (28 pesos oro).
En presencia del libro surgen tres cuestiones. ¿Quién fue el iniciador del establecimiento de la imprenta guaranítica? ¿Quién fue su fundador? ¿Cuándo empezó a funcionar? El libro mismo las ilustra en los preliminares que lo acompañan, de manera de poderlas resolver con certidumbre.
En la dedicatoria del libro, suscrita por su traductor, el padre Serrano, a 3 de enero de 1703, en las "Doctrinas del Paraguay", dice éste al padre Tirso González, propósito de la Compañía de Jesús en Roma: "Yo, el más mínimo, puedo ser pregonero, pues habiendo tornado el traductor el libro de la Diferencia (de lo temporal y eterno) y el Flos Sanctorum en idioma guaraní, dando cuenta a V. P. M. R. de este asunto y el deseo que tenían éstos los PP. se diese a la estampa, V. P. M. R., en la de junio de 1694, apoya este intento, deseando se traiga imprenta para este efecto. Lo mismo repite V. P. M. R. en la del 31 de enero de 1696, añadiendo: Estimo a V. R. el trabajo tan fructuoso que ha tomado de hacer esas traducciones. Pero donde se manifiesta con mucho realce el ardiente celo de V. P. M. R., es en la última del 14 de diciembre de 1699; en ella me dice: Yo escribo hoy al P. Alonso de Quirós, nuevo procurador de Indias, en Madrid, para que solicite la licencia del Consejo, (de Indias) para que puedan imprimir esos libros, y le aviso que luego que la saque la remita al P. Provinciano de esa provincia".
De este testimonio resulta que, al finalizar el siglo XVII, el general de la Compañía gestionaba en España la introducción de la imprenta en las misiones guaraníticas, y se deduce que al comienzo del siguiente debió de llegar a América la licencia real para establecerla, documento que hasta el presente no se ha encontrado, pero que se presupone como un hecho incuestionable, pues sin ese requisito prescripto por las Leyes de Indias, no habría otorgado el virrey del Perú permiso para imprimir el libro en cuestión, como consta de su portada.
Pero la implantación de la imprenta en el Paraguay debía operarse de una manera muy distinta de como la había concebido su iniciador, es decir, que en vez de una importación, sería una creación original.
Las diligencias para imprimir el libro del padre Serrano empezaron a tramitarse en 1696 en el Río de la Plata, pero con sólo la intervención de las autoridades eclesiásticas. En este año el provincial de la Compañía, Simón de León, a la sazón residente en Buenos Aires, otorgó "por particular comisión del general Tirso González, la licencia de la religión al efecto". En el siguiente año de 1697, el padre Francisco de Castañeda, revisor de la obra, dio su parecer "pidiendo que saliere cuanto antes a luz". El 18 de septiembre del año 1700, el deán doctor José Bernardino Cerbín, gobernador del obispado del Paraguay, dio su aprobación en la Asunción a 6 de agosto de 1701, declarando que "podía darse licencia para imprimirlo".
Por aquí se ve que todas las gestiones hechas antes de establecer la primera imprenta en el Río de la Plata, eran en el concepto de que la impresión del libro se verificase en la provincia del Paraguay, bien que en el supuesto de que debía ser importado de Europa, como lo habían sido todas las demás fundadas en la América española, que eran tres, a saber una en Méjico y dos en el Perú.
En 1703 el libro del padre Serrano estaba en prensa. ¿Cómo? En una imprenta creada en las mismas misiones guaraníticas, con elementos propios, sin recibir de Europa más contingente que el papel. Esto consta del testimonio del mismo padre Serrano, quien dice en su precitada dedicatoria de 3 de enero de 1703. "Retorno al Divino Señor el haber logrado el deseo de V. P. M. R. de imprimir estas otras en las Doctrinas, sin gastos, así de ejecución, como de los caracteres propios de esta lengua, peregrinos en la Europa; pues así la imprenta como las muchas láminas para su realce, han sido obra del dedo de Dios, tanto más admirable, cuando los instrumentos son unos pobres indios, nuevos en la fe y sin la dirección de los maestros de Europa, para que conste que todo es favor del cielo, o que quiso por medio tan inopinado enseñar a éstos las verdades de la fe".
De todo esto resulta evidentemente: 1º Que desde 1694, los misioneros del Paraguay trabajaban por tener una imprenta propia, y que ellos fueron los fundadores, o más bien dicho, los creadores de la primera que se fundó en el Río de la Plata; 2º Que desde esa época el general de la Compañía de Jesús secundaba ese propósito; 3º Que al finalizar el siglo XVII (año de 1699) se dieron los primeros pasos por el mismo general para obtener en España la licencia de establecer la imprenta en las Misiones jesuíticas del Paraguay; 4º Que la licencia debió llegar a América por el año 1701 a 1702; 5º Que en 1703 la imprenta estaba creada con elementos y artífices propios y se hallaba en plena actividad, funcionando sus talleres de tipografía y de grabado, en que trabajaban los indios neófitos "en caracteres peregrinos en Europa, y sin los maestros de la Europa", como lo dice enfáticamente el padre Serrano.
El pie de imprenta no señala el lugar, y sólo lleva la designación general de Impreso en las Doctrinas; pero no puede caber duda que lo fue Santa María la Mayor, pueblo fundado en 1633 (según M. S. de Azara) a inmediaciones de la margen occidental del Uruguay, donde se imprimieron los libros subsiguientes que llevan su nombre y donde se encontraron, al fin, los últimos restos de la primitiva imprenta, como luego se dirá.
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